Mensaje del presidente de la Mesa Directiva del Senado de la República, Gerardo Fernández Noroña, en el foro “Propuestas para un Plan Nacional de Desarrollo alineado a los ODS de la Agenda 2030”

Ciudad de México, 10 de febrero de 2025

Buenos días.

Bienvenidas, bienvenidos todos. No me di cuenta que estaba sentado aquí, en lo que es parte de la tribuna, y yo con mi monomanía de estar siempre a la izquierda.

Bienvenidas, bienvenidos todos. No los nombraré para no alargar más mi intervención.

Agradezco a la senadora Amalia García, que preside la Comisión Especial que le da seguimiento a estos acuerdos.

Y, mientras escuchaba las intervenciones, pensaba yo, porque hay muchas críticas a la Agenda 2030, y yo creo que no son sólidas.

La Agenda 2030 sin duda es una agenda progresista, es una agenda con sentido humanitario, es una agenda que plantea justicia a secas y justicia social; y, en ese sentido, es una ruta que sin duda habría que respaldar.

Yo qué dificultades le veo. Yo creo que la Agenda 2030 es lo que mucho tiempo se planteó, como si era posible que existiera un capitalismo con rostro humano. Yo creo que no.

Yo comparto esa añeja tesis de Carlos Marx, que decía que el capitalismo ataca, busca destruir a sus dos fuentes de riqueza: el ser humano y la naturaleza.

Y que esa contradicción es irresoluble, porque esta intervención que hace nuestro representante de la ONU en México, (Peter) Grohmann, extraordinaria, preocupante, muy fuerte, de retos a resolver, yo preguntaría, ¿cómo surgen? ¿De dónde salen ¿Qué los genera? ¿Qué genera la desigualdad? ¿Qué genera la concentración de riqueza? ¿Qué genera la destrucción de la naturaleza?

El que se estén secando los cuerpos de agua, el que se contaminen los ríos, el que se destruyan los bosques, el que esté en peligro la amazonia, el que se utilicen técnicas de producción brutalmente contaminantes, el que haya salarios miserables, el que se den fenómenos como en México, que hay un hombre que tiene 80 mil millones de dólares.

O sea, yo en lo personal no tengo ningún problema con Carlos Slim, pero es un hombre que simboliza este sistema absurdo, irracional de concentración de riqueza; 80 mil millones de dólares, no me lo puedo ni imaginar, no sé qué puedas hacer con ese dinero.

Sé, sin duda, que cuando lo “chupe a uno la bruja”, no se llevará uno ni un centavo partido a la mitad de esa concentración de la riqueza, que se irá uno con lo puesto.

Pero sé, cuando yo he tenido reuniones con sectores empresariales les digo, ¿cuál es el límite, hasta donde la concentración de la riqueza debe decirse “Es suficiente”? ¿En qué momento ese fenómeno se debe detener? No tiene límite, es absolutamente irracional.

No es suficiente con que se plantee: “No consumas productos de empresas que usen a niños y a niñas”, no debería permitirse simplemente el trabajo infantil, no deberían generarse condiciones de destrucción.

Las guerras, Gaza, ¿A qué obedece? ¿A qué obedece ese genocidio?

Por más de un año hemos sido impotentes de ver cómo masacran al pueblo palestino y ¿de qué sirve la ONU? ¿De qué sirve la Agenda 2030? ¿De qué sirve la preocupación? ¿De qué sirve la humanidad? Si vemos cómo se pasa por encima.

De qué sirven los acuerdos, si llega un presidente de un país poderoso y dice: “Me salgo de todos, no cumplo ninguno, vuelvo al petróleo. Hago del racismo una política pública, a tal grado que persigo a las personas migrantes y no muevo un dedo para desmantelar a las bandas de distribución del narcotráfico en territorio estadounidense”.

No sólo es una profunda hipocresía, sino sostengo que en Estados Unidos a estas alturas el dinero producto del narco no se lava, es parte del ciclo de reproducción del capital. Esas cosas no se ponen en la mesa, esas cosas no se ponen en la discusión; esas cosas no se dicen.

Nuestro país, el Estado Mexicano, claro que está comprometido con la Agenda 2030. Pero si nosotros queremos ir más lejos, yo no estoy planteando ya a estas alturas no sé qué denominación tendría una sociedad diferente, un sistema de producción diferente al que vivimos.

Creo que tendríamos que construirlo, creo que tendríamos que tener una ruta a un objetivo donde nadie sufra por carencias económicas un desarrollo compartido, pero no en abstracto, sino con medidas claras que pongan un límite, por lo menos un límite a la concentración, y que erradiquen absolutamente la pobreza y la desigualdad, generando una sociedad donde nadie sufra por carencias económicas y cada quien construya su propio camino en la búsqueda de la felicidad.

Una sociedad, como decía Rosa Luxemburgo, donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y completamente libres.

O sea, es muy claro, es muy simple y es muy difícil, porque fíjense, la ONU en diciembre emitió una declaración extraordinaria, no recuerdo, creo que fue 17 de diciembre, el 2024 recién, condenando las medidas extraterritoriales, condenando sanciones económicas, ni qué decir que condena cualquier intromisión militar.

Y luego, entonces, ¿qué pasa cuando lo hacen? Nada, absolutamente nada.

El mundo y las naciones que viven esas agresiones, por citar un par de ejemplos, como el de Venezuela y Cuba desde hace 64 años, condenada a un bloqueo criminal, condenando a su población a un sufrimiento brutal sólo porque decidieron construir un camino diferente -que podemos compartir o no- pero que ese pueblo tiene derecho a determinar su presente y su futuro.

O Venezuela, que dicen cualquier cantidad de cosas, pero le robaron todo su petróleo, todas sus instalaciones petroleras y las empresas que tenía Estados Unidos. Les acaban de decomisar un avión de PDVSA.

Reitero, las declaraciones recientes del presidente Trump sobre lo que piensa hacer en Gaza; parece que va a hacer un desarrollo turístico donde los palestinos no caben, y allí nacieron hace siglos, que allí se han desarrollado; que inclusive uno de visita podría decir, caray, qué pleito por este lugar, pero es su tierra, es su raíz, es su esencia, allí están sus ancestros, allí están sus raíces.

Y pareciera un anacronismo las fronteras y las nacionalidades, pero son parte de la esencia del ser humano.

Y me parece que, en el marco de la discusión de la Agenda 2030, estas cuestiones de fondo deberían discutirse, porque si no todo queda en buenos deseos, si no todo queda, perdón que lo plantee con esa franqueza, pero queda como en escenarios de que hay gente que se plantea que nos tomemos de las manos y nos amemos como hermanos y cantemos aleluyas y que las cosas van a ir muy bien.

Sabemos que no van a ir muy bien, sabemos que requiere de conciencia, de politización, de organización, de compromiso, de búsqueda, de un camino verdaderamente de justicia social para la humanidad y pasa, no tengo la menor duda, por la transformación del actual sistema de producción económica.

Este sistema no da más, este sistema ha llegado a su límite y cada vez destruye más a la naturaleza y al ser humano, y pone en riesgo la permanencia de la vida. Lo digo sin ninguna exageración.

Entonces, perdón, además comento esto y dejo “la víbora chillando”, porque tengo que irme a un evento que habíamos programado desde la semana pasada con jóvenes, mujeres y hombres del Politécnico, un foro que se llama “María Fernanda Campa Uranga”, mi hermanita, una extraordinaria mujer, que se va a desarrollar en el salón principal, y se tuvo que posponer por el sorteo que tuvimos que hacer de la designación de candidaturas y personas juzgadoras.

Me disculpo porque después de haber dicho todo lo que dije, lo menos que debería hacer es escucharlos, pero lamento que no pueda hacerlo, pero me comprometo a leer todos los planteamientos que así se hagan, las reflexiones.

Y, de verdad, hago votos, nosotros, todo lo que sea progresista, por supuesto, la defensa, erradicar la violencia en contra de las mujeres, defender el derecho de la gente a tener la orientación sexual que quiera, la creencia o la ausencia de la misma son convicciones absolutas de nuestro movimiento y personalísimas también, que son parte de las razones que nos llevaron a la lucha. Y son parte, termino.

Ayer, en unas asambleas públicas, yo regresé al Estado de México donde empecé mi carrera política, yo les decía: no hombre, ustedes creen que yo pensaba que soñaba con ser el presidente del Senado, pero ni se me ocurría, ni me pasaba por la cabeza, nunca pensé tener una honra tan grande en la vida, una responsabilidad pública tan relevante.

La verdad es que luchábamos, la propia Amalia García, Yeidckol, venimos de la lucha de izquierda de toda la vida; no estábamos buscando cargos, no estábamos buscando una posición, soñábamos con un proceso de transformación, de igualdad, de libertad, de oportunidades; nos sublevaba la desigualdad social, la pobreza, la desesperanza, el hambre, la miseria terrible que se ha vivido y que se sigue viviendo todavía en rincones de nuestra patria.

Son convicciones, son trayectorias de vida, no es ni retórica ni demagogia sino una convicción absoluta de que debemos encontrar un nuevo camino para la humanidad. Y desde nuestra patria nosotros haremos nuestra contribución.

Les deseo el mayor de los éxitos a este foro de reflexión, este intercambio a esta reflexión de temas tan relevantes y les mando un abrazo y les deseo el mejor de los éxitos en este foro.

Muchas gracias.

Texto y Foto: Cámara de Senadores