Ceremonia Solemne para nombrar a la Sala de Comparecencias del Senado de la República con el nombre de la escritora “Elena Poniatowska Amor”

Ciudad de México, 10 de diciembre de 2025

SENADORA LAURA ITZEL CASTILLO JUÁREZ: Muy buenos días tengan todos y todas ustedes.

Iniciamos la Ceremonia Solemne convocada para nombrar a la Sala de Comparecencias de la Cámara de Senadores y Senadoras como “Elena Poniatowska Amor”.

Nos acompañan en el presídium la escritora galardonada Elena Poniatowska Amor.

La senadora Beatriz Mojica Morga, presidenta de la Comisión de Cultura.

Las senadoras: Lilia Margarita Valdez Martínez, la senadora Luisa Cortés García,  la senadora Susana Harp, el senador Manuel Huerta Ladrón de Guevara, la senadora Edith López Hernández, el senador Luis Fernando Salazar, el senador Óscar Cantón Zetina.

La diputada Alma Lidia De la Vega Sánchez, presidenta de la Comisión de Cultura y Cinematografía de la Cámara de Diputados.

Asimismo, mis compañeras de la Mesa Directiva, la senadora Verónica Noemí Camino Farjat, vicepresidenta; la senadora María Martina Kantún Can, y la senadora Juanita Guerra.

Por otra parte, agradecemos muchísimo en todo lo que vale la presencia del señor Felipe Haro Poniatowska, hijo de nuestra homenajeada; y sus nietos Tomás Haro, Cristóbal, si aquí están presentes, Tomás Haro, Cristóbal Hagerman y Lucas Hagerman.

Desde luego, también agradecemos la presencia de Marina Núñez, subsecretaria de Cultura del Gobierno Federal, así como a las escritoras y reconocidas personalidades, como Marta Lamas, María -aquí presente- María Consuelo Mejía, María Cortina, Javier Aranda, Gela Manzano, Ethel Krauze, bienvenida; Beatriz Saavedra, Alma Karla Sandoval y Gerardo Valenzuela.

Así como a todas las personas, senadoras, y personalidades distinguidas, invitados que nos acompañan en esta importante ceremonia para la Cámara de Senadores y Senadoras.

Compañeras y compañeros.

Distinguidos invitados:

Hoy, el Senado de la República está de fiesta. Celebra las letras y la vida de una escritora indispensable en la cultura mexicana, pues colocaremos el nombre de Elena Poniatowska Amor a uno de los espacios de este recinto, lo que nos permitirá recordar y tener presente la trayectoria literaria, periodística y el compromiso social de nuestra homenajeada.

Este reconocimiento tiene su origen en una proposición presentada por la senadora Beatriz Mojica Morga y por su servidora, Laura Itzel Castillo Juárez, el pasado 14 de octubre, que fue turnada para su análisis y dictamen a la Comisión de Cultura, la cual después de un exhaustivo estudio, emitió un dictamen favorable que se sometió a la consideración de la Asamblea el 12 de noviembre del año en curso, donde fue aprobado por unanimidad.

A todos y a todas nos da mucho gusto poder estar reunidos esta mañana para celebrar este merecido homenaje a una figura central de la literatura mexicana, una mujer brillante que ha marcado a generaciones con su escritura y con su compromiso social.

La Sala de Comparecencias de esta Cámara de Senadoras y Senadores llevará desde hoy el nombre de “Elena Poniatowska Amor”, ello en reconocimiento a una autora que, desde la crónica, la entrevista, la novela y el testimonio ha dado voz a los sectores marginados y ha acompañado las luchas sociales que han marcado la vida democrática de nuestro país.

Mediante este acto de justicia cultural, en el Senado de la República buscamos reconocer los grandes aportes de Elenita Poniatowska.

A lo largo de su trayectoria, que es un ejemplo indiscutible de integridad y congruencia, ha retratado con claridad la realidad del país y ha atendido a quienes habían quedado fuera de los relatos oficiales.

Su obra acercó al público las experiencias de trabajadores, estudiantes, víctimas de la represión, mujeres que lucharon por sus derechos y comunidades que rara vez recibían atención.

De entre sus muchos libros, podemos destacar desde luego “La noche de Tlatelolco”, que se ha vuelto una referencia imprescindible para comprender el 2 de octubre y el movimiento estudiantil.

Este libro reunió las voces de quienes vivieron la violencia del Estado y convirtió su testimonio en un llamado permanente a la justicia.

Otro ejemplo de su compromiso social como escritora es “Las soldaderas”, donde recuperó la historia de las mujeres que sostuvieron la Revolución Mexicana y que permanecieron durante mucho tiempo en el olvido.

En palabras de la propia Elena, sin ellas no habría habido Revolución, porque mantuvieron viva esa lucha con su trabajo, su valentía y su esfuerzo cotidiano.

Entre otros títulos destacados, se encuentran “Tinísima” sobre la fotógrafa y activista Tina Modotti, “Las siete cabritas”, dedicado a mujeres artistas adelantadas a su tiempo, y “El tren pasa primero”, inspirado en la vida del líder ferrocarrilero Demetrio Vallejo Martínez, a quien yo tuve el honor también de conocer.

En fin, su producción es tan amplia y tan rica, que sería imposible abarcarla en este recuento.

Recientemente me dedicó el libro de “Leonora”, de la vida de esa gran artista surrealista, Leonora Carrington, que tengo el orgullo, desde luego, de contar con él, a partir de la misma firma de quien hoy está con nosotros aquí presente.

Gracias a su brillante trayectoria, ha recibido reconocimientos como el Premio Cervantes, el Rómulo Gallegos, el Alfaguara y diversos doctorados honoris causa otorgados en México y en el extranjero.

Hoy, más que nunca, como lo ha señalado nuestra presidenta, la doctora Claudia Sheinbaum Pardo, sin duda es tiempo de mujeres, pero no podemos olvidar que este momento histórico, marcado por grandes avances en la igualdad sustantiva, se construyó gracias al trabajo de escritoras, periodistas y luchadoras sociales, que nos abrieron camino con su dedicación y perseverancia.

Elena Poniatowska es, sin duda, una de ellas.

Por eso, a partir de hoy, quienes comparezcan en este espacio, lo harán recordando el nombre de esta gran escritora, con la conciencia de que las palabras tienen peso y de que escuchar a los demás es una responsabilidad pública.

En nombre del Senado de la República, expreso nuestro más sincero reconocimiento y admiración a Elena Poniatowska Amor. Que su ejemplo siga inspirando a muchas más generaciones en nuestro país.

Muchas gracias.

Ahora tiene el uso de la tribuna la senadora Beatriz Mojica Morga, presidenta de la Comisión de Cultura.

SENADORA BEATRIZ MOJICA MORGA: Con su venia, presidenta.

Saludamos a una mujer extraordinaria que ha inspirado a miles de mujeres mexicanas, doña Elena Poniatowska, puro amor, porque puro amor es lo que le ha dado a México durante todos estos años y eso es para que la reconozcamos siempre.

Yo, la verdad, es que estoy muy emocionada.

Saludamos, desde luego, a nuestra presidenta Laura Itzel Castillo.

A nuestra doctora Marina Núñez, subsecretaria de Desarrollo Cultural, muchas gracias por acompañarnos de la Secretaría de Cultura.

Al hijo de doña Elena Poniatowska, Felipe Haro, muchas gracias; Tomás Haro, su nieto, muchas gracias; Marta Lamas, que se encuentra por aquí; Paola Ojeda, también muchas gracias; a las escritoras que hoy nos acompañan y escritores.

Todas senadoras, senadores que nos acompañan, y a todos a quienes venimos hoy a rendirle este tributo a una mujer que no sólo ha inspirado a México, sino que ha acompañado a generaciones con su crónica, con sus novelas, poniendo la mirada siempre en hechos sociales importantes para nuestro país.

Hoy nos reunimos en esta sala para honrar a las letras de nuestro país y la fuerza de quienes dedican su vida a escuchar, narrar, compartir la verdad desde la voz de las personas.

Este día, al dar nombre de “Elena Poniatowska” a la Sala de Comparecencias, reconocemos la labor de una mujer que ha dado luz a muchas historias, que sin su entrega quizás no habrían tenido sitio en nuestra memoria.

Para hablar de Elena Poniatowska, invariablemente necesitamos referirnos a la mirada atenta, firme y humana, una mirada que nunca se cansa de seguir a las personas, de oír sus pasos, sus dolores, sus sueños y plasmarlos en un libro.

En cada libro, en cada crónica y en cada conversación, ella colocó su sensibilidad al servicio de quienes no tenían un espacio para decir lo que vivían.

Sus palabras crecieron desde la calle, desde los lugares más inimaginados, desde la esquina donde se juntaban la esperanza y la pena.

En “La noche de Tlatelolco”, Poniatowska reconoció los ecos de una fecha que marcó la vida nacional.

Lo hizo con paciencia y cercanía, juntó voces de jóvenes, madres, testigos y también silencios que pesaban en el aire.

No buscó imponer una postura, buscó que cada persona contara lo que sentía, lo que vio, lo que temía, cuya suma nació un relato que sigue estremeciéndonos hasta el alma, un llamado para no olvidar la voz de la juventud que merece respeto y escucha.

Más tarde, en “Hasta no verte Jesús mío”, nos llevó de la mano de Jesusa a una mujer con energía y humor, enfrentó una vida llena de retos en el que Elena retrató la fuerza que hace del trabajo diario, de la disciplina que no presume, de la dignidad que no necesita brillo para ser profundo.

En esta obra escuchamos a una mujer que habla con franqueza, sin adornos, con un ritmo que sube desde la vida real, con cercanía viva entre la autora y el personaje, entre la palabra y la memoria.

En “Tinísima”, Elena volvió el camino de quienes buscaban justicia sin descanso, nos mostró una mujer de arte y valor que entregó su mirada al registro de una vida obrera del paisaje urbano, de la lucha social que marcó su tiempo.

En esas páginas que Elena tejió historia y vida íntima, sin prisa, con respeto, con esa inclinación suya hacia la solidaridad que nace desde la escucha.

Estas obras y muchos más no son sólo libros, son ventanas hacia vidas que gracias a su pluma quedaron en la memoria colectiva.

Con su estilo tan claro y tan cercano que nos recuerda que escribir también es un acto de cuidado y hasta de autocuidado, Elena nos enseña siempre que toda palabra tiene un peso y un propósito de quien narra con verdad, ayuda a sanar heridas y a encender caminos.

Por eso, al dar nombre a esta sala, a la Sala de Comparecencias, honramos más que a una autora, honramos su manera de escuchar, de preguntar, de abrazar la vida de quienes le abrieron su casa y su tiempo, honramos su compromiso con la justicia, su respeto por la voz de la gente y su entrega a la memoria de este país. Y sobre todo también al acompañamiento que ha hecho durante muchos años a las causas de la izquierda.

Que esta sala lleve su nombre es también un mensaje para quienes entrarán ahí en la Sala de Comparecencias.

La palabra importará siempre, que quienes comparezcan, quienes dialogarán, quienes informan lo harán bajo un recuerdo de una mujer que dedica su vida a que nada quede sin nombre y a que nadie quede sin voz.

Nombrar esta sala “Elena Poniatowska” no sólo reconoce su legado, también nos recuerda que cada decisión en ese recinto tiene un impacto en la vida de nuestra nación, que cada diálogo debe nacer desde la verdad y que cada voz merece ser escuchada con respeto y atención.

Que su nombre nos guíe, que nos guíe, su ejemplo nos inspire y que sus palabras sigan vivas en esta casa donde su voz se convierte en camino.

¡Larga vida, doña Elena Poniatowska!

Muchas gracias. Es cuanto.

SENADORA LAURA ITZEL CASTILLO JUÁREZ: Muchas gracias, senadora Beatriz Mojica.

Ahora pasaremos a las participaciones de las distinguidas escritoras que nos acompañan.

En primer lugar, tiene el uso de la palabra la escritora Gela Manzano, profesora de la Universidad Autónoma de Guerrero, investigadora y poeta, miembro del Sistema Nacional de Investigadores, autora de diversas obras literarias y galardonada con el Premio Estatal “Juan Ruiz de Alarcón 2017”.

Tiene usted el uso de la tribuna.

GELA MANZANO: Muy buenos días.

Con la venia de la Mesa Directiva y de todos ustedes.

Es un honor para mí ser parte de este homenaje a la periodista y escritora Elena Poniatowska, que nos ha nutrido e inspirado a muchas escritoras mexicanas.

Voy a leer un fragmento de la novela “Querido Diego, te abraza Quiela” publicada en 1978 y que se compone de 12 cartas ficticias escritas por la pintora rusa Angelina Beloff a Diego Rivera, a quien no pudo seguir cuando regresó a México. Beloff escribe estas cartas amargas e intensas al pintor que nunca responde.

Voy a leer la primera carta, que está fechada el 19 de octubre de 1921:

“En el estudio todo ha quedado igual, querido Diego, tus pinceles se yerguen en el vaso, muy limpios, como a ti te gusta. Atesoro hasta el más mínimo papel en que has trazado una línea.

En la mañana, como si estuvieras presente, me siento a preparar las ilustraciones para Florial. He abandonado las formas geométricas y me encuentro bien haciendo paisajes un tanto dolientes y grises, borrosos y solitarios. Siento que también yo podría borrarme con facilidad.

Cuando se publique, te enviaré la revista.

Veo a tus amigos, sobre todo a Élie Faure, que lamenta tu silencio. Te extraña, dice que París sin ti está vacío. Si él dice eso, imagínate lo que diré yo.

Mi español avanza a pasos agigantados y, para que lo compruebes, adjunto esta fotografía en la que escribí especialmente para ti. Tu mujer te manda muchos besos con ésta, querido Diego, recibe esta fotografía hasta que nos veamos. No salió bien, pero en ella y en la anterior tendrás algo de mí.

Sé fuerte, como lo ha sido y perdona la debilidad de tu mujer.

Te besa una vez más, Quiela”.

Gracias.

SENADORA LAURA ITZEL CASTILLO JUÁREZ: Muchas gracias por sus palabras.

Ahora les solicitamos que nos traslademos a la Sala de Comparecencias, que llevará el nombre de nuestra homenajeada, para realizar la develación y, posteriormente, también escuchar las participaciones de otras escritoras que el día de hoy tenemos el honor que nos acompañen y que lo hagan desde ese espacio, desde luego inaugurando este recinto con el nombre de nuestra galardonada.

Antes de trasladarnos, le voy a ceder el uso de la palabra a Elena Poniatowska, para que, una vez que concluya su intervención, nos podamos trasladar a la sala.

Si va a hacer uso de la tribuna Elenita, entonces unos segundos. Ella prefiere hablar de pie.

ELENA PONIATOWSKA: Es un gusto, es un honor…

ELENA PONIATOWSKA AMOR: Es un gusto, es un honor, es un recinto muy bello en el que los veo casi a todos, bueno, veo sus caritas y además recuerdo a las caras de otras personas que he conocido y que he visto aquí, que he admirado, como fue, por ejemplo, los ferrocarrileros, a quienes visité muchas veces en Lecumberri, a Demetrio Vallejo, que fue un líder ferrocarrilero, muy chaparrito, tan chaparrito como yo, pero con grandes agallas; a doña Rosario Ibarra de Piedra, a mi gran amiga, aquí, Marta Lamas, a mi hijo.

Marta Lamas, como ustedes saben, impulsa en México un feminismo muy generoso que abarca a todas, a muchas mujeres, incluso a mujeres como que se dedican quizá a tareas que no les gustaría dedicarse.

Entonces, muy bello estar aquí, recordar que tuve el gran honor, bueno, de tener una madre que estuvo en la guerra, Paula Amor, en realidad su nombre fue María Dolores Amor. Ella se casó con un príncipe polaco, Jean Poniatowski; y Jean Poniatowski y ambos estuvieron en la guerra.

Fue para mí, es todavía para mí un gran honor saber que fueron defensores de la libertad, saber que, uno, mi madre manejó una ambulancia y que a mi padre no lo vimos mi hermana y yo durante siete años.

Ha sido también un gran honor venir a México, puesto que mi apellido materno es Amor. Tener tres hijos con un mexicano extraordinario, Guillermo Haro, que es el fundador de la astronomía moderna en México.

Como ustedes saben, los mexicanos destacamos porque sabíamos detectar en el cielo las estrellas, hablar de las estrellas, divulgar lo que significaban en el mundo.

Y entonces, este premio que ustedes me dan, es la condensación de una vida de 93 años, el año que entra cumpliré 94, y de 93 años muy felices, muy agradecidos, en un jardín, un jardín pequeño, que está frente a mi casa, en Chimalistac, y al lado de luchadores sociales como fueron los ferrocarrileros, las costureras, los periodistas.

Me honro en trabajar en “La Jornada”, y también supongo que todos los animalitos que cuidó mi abuela Elena Iturbe de Amor, que fundó la Sociedad Protectora de los Animales, y yo viví con 40 perros, y ladraban para pedir su desayuno.

Así que les agradezco mucho.

Sólo les puedo decir cosas sencillas, que siempre me acompaña a todo, Tomás Haro, Felipe Haro y la carita que está junto a él es la de Felipe Haro, mi nieto mayor.

Muchísimas gracias.

SENADORA LAURA ITZEL CASTILLO JUÁREZ: Bueno. Ahora sí vamos a trasladarnos a la sala, donde vamos a develar la placa.

Y también agradecemos aquí que se encuentra el senador Heriberto Aguilar Castillo.

Texto y Fotografía: Cámara de Senadores