Mensaje de la presidenta del Senado de la República, Laura Itzel Castillo Juárez, en el evento “Diálogos desde la milpa: construcción de la agenda del maíz”

Ciudad de México, 16 de octubre de 2025

Qué tal. Muy buenos días tengan todos y todas ustedes.

Es un honor estar el día de hoy aquí, compartiendo en el Senado de la República, La Casa del Federalismo, nosotros decimos “La Casa del Pueblo”, y, ¿por qué no decir? “La Casa del Maíz”, también.

Nos da mucho gusto que también se encuentre con nosotros presente el senador Manuel Huerta Ladrón de Guevara, que es, además de senador, un luchador social, representante ni más ni menos que del estado de Veracruz; y, bueno, siempre comprometido con las mejores causas. Además, estuvo presidiendo la Comisión de Agricultura y es alguien que sabe realmente de todos estos temas.

Con la diputada María Isidra De La Luz Rivas, que no sé si ya llegó, pero que va a venir el día de hoy; que es diputada federal del grupo parlamentario de Morena, y que va a estar con nosotros, y que también está trabajando en estos mismos temas, así como la diputada Vianey García Romero.

Sabemos que más compañeros van a llegar al rato, pero desde luego que Adelita San Vicente Tello, que es la directora general del Sector Primario y Recursos Naturales Renovables, que es una de las personas que más conoce de este tema y que hemos trabajado con ella e impulsado todas estas luchas.

Cuando yo fui diputada federal ya hace algunos años, con ella estuvimos viendo justamente estos temas, y con Mercedes López Martínez, que ahora es la representante legal de la demanda colectiva del maíz; pues obviamente que nos conocemos y sabemos de toda la historia que está detrás.

Y la doctora Malin Jönsson, directora de la Fundación Semillas de Vida, ahora que nos acompaña en el presídium, es importante tomar en cuenta todas estas visiones colectivas que existen con relación a este tema.

Y nuestra amiga y activista Jesusa Rodríguez, que ahora es asesora ni más ni menos de la Presidencia; y que, gracias a su trabajo, también se pudieron lograr, tenemos que decir, algunas reformas fundamentales que se hicieron para la defensa de nuestro maíz nativo, y que pudiéramos protegernos de toda esta invasión transgénica.

Entonces, todo este presídium, Elena Kahn, todos los que aquí se encuentran presentes, sabemos que tienen una trayectoria detrás.

Y, desde luego, el hecho de que en la Fundación Herberto Castillo se estuvieron realizando las primeras actividades para la demanda contra el maíz transgénico, desde luego nos compromete y también de igual forma nos enorgullece.

Un aplauso para todos ustedes, para todos los que están aquí sentados. Sabemos que están comprometidos y que vamos a seguir trabajando.

Me da mucho gusto recibirlos en este Senado de la República, para poder inaugurar estos “Diálogos desde la milpa”, en los que buscamos construir una agenda del maíz.

Este foro es un espacio para celebrar los logros de este importante movimiento que ha defendido nuestra soberanía alimentaria.

Y, al mismo tiempo, es una oportunidad para mirar hacia adelante y seguir avanzando en la defensa de este cultivo que le ha dado identidad y sustento al pueblo de México.

Como recuerdan quienes han promovido esta lucha desde la campaña “Sin maíz no hay país” y la demanda colectiva del maíz “Si somos lo que comemos las y los mexicanos, somos granos de maíz”. En cada taco y en cada tortilla que saboreamos se mantiene viva la historia de un pueblo que aprendió a cuidar su tierra y a vivir gracias a ella.

Hace miles de años, con paciencia y sabiduría, nuestros antepasados domesticaron el teocintle y lo transformaron en más de 64 variedades de maíz.

Desde entonces, este regalo de los dioses, como contaban los pueblos mesoamericanos, ha permitido sustentar la cultura mexicana.

Por eso cuando decimos que sin maíz no hay país, no repetimos una simple metáfora ni una frase romántica, es una verdad incuestionable, porque, si los pueblos originarios no hubieran aprendido a cultivar el maíz, esta tierra no habría visto nacer a las grandes culturas mesoamericanas y tampoco, desde luego, México no estaría aquí.

Durante años, el modelo de la agroindustria neoliberal ha querido ver al maíz como una mercancía más, que se mide en toneladas y cuyo precio se cotiza en la bolsa de Chicago. En ese afán de perseguir ganancias sin límite con los transgénicos han intentado apropiarse de los saberes y de las semillas que las comunidades campesinas han cultivado por generaciones.

Hoy celebramos que gracias a la reforma de los artículos 4 y 27 de nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que impulsó la presidenta, la doctora Claudia Sheinbaum Pardo, hemos consagrado la protección del maíz nativo mediante la prohibición de la siembra de variedades genéticamente modificadas.

Este avance que fortalece nuestra soberanía alimentaria a nivel constitucional es la continuidad de la lucha que asumió el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien hizo esfuerzos por prohibir el maíz transgénico y estableció el Día Nacional del Maíz para honrar ese cultivo como la raíz más profunda de nuestro pueblo.

Pero estos logros no serían posibles sin los movimientos sociales que los inspiraron y que el día de hoy nos acompañan. Sin la lucha desde luego de los propios campesinos.

La Campaña Nacional Sin Maíz No Hay País que desde el 2007 ha unido a cientos de organizaciones campesinas y ambientales bajo la consigna que “salvar al campo es salvar a México” y la demanda colectiva del maíz que durante más de una década ha librado la batalla legal contra las corporaciones que intentaron imponer los transgénicos.

Reconocemos también a todos los activistas y a los miles de productores y productoras que, con su trabajo, día a día mantienen viva la biodiversidad del maíz y la esperanza en el campo mexicano, pero en este foro no sólo celebramos lo alcanzado, sino que buscamos definir los pasos siguientes en esta lucha.

Sabemos que aún hay retos importantes. Por eso, hago votos para que estos “Diálogos desde la milpa” sean una oportunidad para trazar juntos la ruta del porvenir y convertir los logros constitucionales en políticas públicas duraderas.

Por ejemplo, estamos trabajando para revisar los lineamientos de etiquetado de productos que utilizan maíz genéticamente modificado, porque el pueblo de México tiene derecho a saber lo que consumimos.

Por eso, presentaremos la próxima semana esta iniciativa de ley para que sean los productos genéticamente modificados, específicamente en el caso del maíz, tengan esta etiqueta. Y sabemos que, con el apoyo de todos ustedes, lo vamos a lograr.

A los activistas, productores, investigadores, y representantes comunitarios que participan en este diálogo, quiero decirles que el Senado de la República los escucha y los acompaña.

Que aquí tenemos un ejemplo con la misma exsenadora Jesusa Rodríguez, que desde esta tribuna estuvo siempre luchando por alcanzar lo que ahora se ha podido cristalizar en la Constitución, y porque decimos que así son las utopías que nosotros seguiremos luchando, que tenemos la oportunidad, afortunadamente, de ver estos cambios porque hay muchas personas que están detrás, que han luchado en este país, que se han ido, pero que sabían que esta lucha era por mejores condiciones para el país, que eran para mejores condiciones del pueblo de México, pero que luchamos no necesariamente porque nosotros vayamos a ver los resultados, sino luchamos porque sabemos que tenemos la razón y que es a favor de los intereses de México.

Por eso seguiremos trabajando en este sentido, porque la soberanía alimentaria se construye con la participación de todos y de todas, honrando la sabiduría ancestral, poniendo a la ciencia al servicio de la vida, y con un Estado que, como dice la presidenta Claudia Sheinbaum, asume que el maíz es identidad, es seguridad alimentaria, y es símbolo de resistencia, porque “sin maíz no hay país”.

Sigamos defendiendo la soberanía alimentaria.

Texto y Fotografía: Cámara de Senadores