Mensaje de Marcela Guerra Castillo, Presidenta de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, durante la develación de la placa en honor al diputado Augusto Gómez Villanueva, en homenaje que rinde el grupo parlamentario del PRI “Miguel Ramos Arizpe”, de la LXV Legislatura

Ciudad de México, 9 de abril de 2024

Diputado presidente de mi partido, Alejandro Moreno Cárdenas;

Diputado Rubén Moreira Valdez, coordinador de mi bancada;

Diputado don Augusto Gómez Villanueva, nuestro gran compañero y maestro, quien hoy nos convoca aquí;

Compañeras y compañeros;

Amigas y amigos todos:

La trayectoria del diputado don Augusto Gómez Villanueva, es excepcional no solo por su amplitud que abarca varios lustros de la historia patria, sino también por su compromiso con las más sensibles causas sociales y por el profundo conocimiento de los procesos políticos que han marcado el devenir de nuestro país.

Se trata de un hombre, un hombre originario de Aguascalientes, hijo de un ferrocarrilero, con identidad indígena y que sabía hablar zapoteco; probablemente de ahí emanó su apego a la tierra, a su cultura nacionalista y la proclividad a los movimientos sociales que, por la línea paterna, conoció por la valiente y la vertiente del sindicalismo ferrocarrilero.

Su hambre de conocimiento y deseo de formación lo llevó al Colegio Militar y a la Universidad Nacional Autónoma de México, donde coincidió con grandes figuras que habrían de gravitar en la historia política del país, como lo fueron Porfirio Muñoz Ledo, su amigo, su amigo entrañable; Miguel de la Madrid Hurtado, nuestro presidente; Jorge de la Vega Domínguez, presidente del Partido; Enrique Álvarez Ordóñez e Ifigenia Martínez, entre otras grandes personalidades.

Maestro de muchos, pero también de una asignatura que marcó una de sus grandes pasiones, como lo es la Revolución mexicana, porque profundizó en el conocimiento y en la reflexión sobre lo que fue esa gran gesta, y en algún momento pudo encaminarse hacia la vida académica y de los estudios de postgrado, pero las oportunidades que pronto se le abrieron en el servicio público y en la actividad política lo marcaron en horas tempranas.

Fue testigo de los procesos que movieron la construcción y la transición democrática de México, así como de los abusos que tuvieron lugar las prácticas enmarcadas en los sesgos autoritarios que existieron en aquel entonces, pero como cuando su propio padre se vio obligado a someterse a una negociación política aviesa, de ser despojado de un triunfo electoral en el PRI y que lo retiró de alcanzar una posición en el Congreso.

De todas formas, el joven Gómez Villanueva incursionó en el servicio público y en la política, y fue secretario particular del entonces gobernador de Aguascalientes, el profesor Enrique Olivares Santana, y unos años después, diputado federal en la Legislatura que en 1964, como tal, inauguró los diputados de partido.

Destacó por su pertenencia y militancia en el sector agrario donde construyó un gran liderazgo que fue la punta de lanza para impulsar un histórico reparto que lo llevó a consolidar la estructura de la propiedad ejidal en el país.

En la década de 1970, con dignidad asumió la designación como embajador en Italia, y después cuando fue nombrado embajador en Nicaragua, donde fue pieza fundamental para la exitosa labor diplomática que desarrolló nuestro país, nuestro México, a través del Grupo Contadora y de una tenaz lucha para construir la paz, la paz y permanentemente su trabajo por la paz.

Retomó su carrera legislativa hacia finales de la década de 1980, siempre con el afán de construir puentes de entendimiento entre las diversas fuerzas y corrientes, a partir del gran acervo de relaciones y amistades que ha podido consolidar y de su indudable oficio político, oficio político que conocemos todos, oficio político que también nos ha beneficiado a todos con sus enseñanzas.

Es un profundo conocedor de la vida parlamentaria, un profundo conocedor de la tarea partidista y de la labor diplomática.

Don Augusto ha dejado testimonio escrito de sus reflexiones y contribuciones, siempre convencido de la necesidad de documentar experiencias, reflexiones, todas como instrumentos estratégicos para enriquecer la actividad política.

El adagio de los griegos que reza “en la infancia compórtate; en la juventud, contrólate; en la madurez, sé justo; y en la vejez sé sabio”, sin duda tiene plena vigencia en el ejemplo de vida que nos lega don Augusto Gómez Villanueva.

Me da mucho gusto acompañar a la develación de esta merecida placa en honor de nuestro gran amigo y compañero.

Augusto Gómez Villanueva sigue dejando huella profunda en todos nosotros.

¡Que viva Augusto!

Texto y Foto: Cámara de Diputados